Un personal repaso a mi historia en la Universidad.
(Publicado originalmente como introducción al Proyecto Investigador que presenté en mi oposición a catedrático).
Pretendo con esta brevísima revisión curricular hacer una defensa práctica de porqué creo que la investigación y la enseñanza en el área de ingeniería de organización debe ir vinculada a la colaboración estrecha con empresas y problemas reales. Y además justificar porqué debiéramos incluir dentro de nuestra actividad investigadora la formación a profesionales.
En el año 1996 me incorporé a la docencia en el departamento de Organización de Empresas de la UPV, en el grupo dirigido por el Profesor Lario, que en el aquel momento se denominaba GIP y que ya llevaba un tiempo en proyectos relacionados con empresas industriales. Nos incorporábamos con la categoría Asociado a Tiempo Completo (lo que probablemente era una contradicción en términos) a impartir 33 créditos anuales.
Todos los miembros de aquel proyecto, y la mayoría de los que posteriormente se incorporaron, éramos Ingenieros Industriales de la Intensificación de Organización. De la necesaria actividad de gestión universitaria, generalmente oscura, que permitía el crecimiento de aquel grupo se encargaba con la solvencia habitual la mano derecha del profesor Lario, el profesor Vicens. Así que durante años me pude dedicar sólo a la docencia y a la investigación. Se puede decir que entonces (y también ahora) me interesaba por formación la actividad de investigación ligada más a la transferencia que la de investigación pura.
El grupo era evidentemente un grupo docente, y por tanto fui responsable de varias asignaturas ligadas a la producción y a la logística, y aunque tenía una cierta experiencia práctica en pequeñas empresas y como profesional independiente, esta experiencia no alcanzaba los mínimos que consideraba imprescindibles para impartir docencia “práctica” a ingenieros sobre la gestión de producción en su ámbito más genérico.
Durante los primeros años de mi actividad docente, tuve la oportunidad de desarrollar mucha actividad en relación con empresas, de tal modo que, poco a poco, pude adquirir la experiencia práctica que se suponía al profesor asociado. Pero como además era “a tiempo completo”, tenía que impartir una gran cantidad de horas, que en aquel momento de lanzamiento del título de Ingeniero de Organización, exigieron una gran inversión de tiempo, que se podría considerar, desde un punto de vista miope que no fueron años productivos desde un punto de vista investigador (muy pocas participaciones en congresos es todo el bagaje a nivel de resultados y una participación en proyectos de investigación competitiva más ligados a la generosidad de mi director que a mi capacidad de aportar algo).
Un proyecto que a nivel mundial lanzó la empresa Ford (el ILVS) permitió que nos implicáramos a fondo en el sector del automóvil. El GIP tenía en aquel momento dos sectores de aplicación de la investigación básicas: el automóvil en el que el Profesor Lario nos dirigía al Profesor Poler y a mí mismo y el sector cerámico en el que estaban involucrados los profesores Vicens, Ros, Ortiz y Andrés fundamentalmente. Evidentemente había más gente implicada y los compartimentos no eran estancos, pero a grandes rasgos es un resumen suficiente.
El proyecto ILVS (un proyecto de una inversión, impuesta y masiva, en el que la planta de Almussafes no tenía nada que ganar porque su estrategia de parque de proveedores cercano lo hacía irrelevante) fue un proyecto de baja rentabilidad económica para los que en él participamos pero, como se verá, de una enorme repercusión posterior en mi actividad personal. El proyecto nos permitió entrar, en el sector del automóvil de la mano de D. Roque Alonso y D. Alfonso Quintela (entonces responsables del departamento de Material Planning and Logistics) y principales impulsores del actual parque de proveedores de Ford. Esta puerta se encontraba providencialmente abierta porque D. Roque Alonso había sido alumno del Máster EGEI que dirigía el profesor Lario.
A través de ese proyecto se puede decir que simulamos prácticamente cada almacén de la planta de automóviles, y aún hoy nos siguen solicitando variantes de aquellas simulaciones. Fundamentalmente, participar en el ILVS abrió el problema de Secuenciación en Líneas de Montaje que posteriormente fue el tema de mi tesis doctoral, y de muchas otras actividades. La enorme inversión en tiempo ligado a esta actividad pronto se vio recompensada con la participación en proyectos de carácter más investigador. Y aquí merece especial atención el proyecto Schumann.(Escudero, Galindo, Garcia, Gomez, and Sabau, 1999)
En aquel momento el Profesor Escudero trabajaba en la empresa UITESA (posteriormente denominada IBERINCO) y coordinaba varios proyectos europeos en temas de planificación de operaciones bajo incertidumbre mediante programación estocástica de computación en paralelo resultado de trabajos anteriores(Escudero, 1994) Uno de esos proyectos planteó aplicarlo al sector del automóvil e intentó introducir su modelo (diseñado en otro tipo de industrias) para planificar la producción en el sector del automóvil. Aunque el proyecto en sí mismo no generó ningún resultado palpable (tener el modelo y el procedimiento de resolución diseñados antes de analizar el problema real probablemente tuvo algo que ver con dicha falta de éxito) la realidad es que los efectos del SCHUMANN en mi vida investigadora y hasta personal, hoy día los sigo observando. El Schumann, del que fui el responsable técnico, probablemente es uno de esos casos que propone el profesor Perez Montiel (Perez Montiel, 1982) como ejemplo de invertir y perder consiguiendo que el sistema gane.
En el Schumann participaba como empresa consultora LCP Consulting, con cuyo director y fundador Alan Braithwaite, sigo teniendo una buena relación, que actualmente es Visiting Professor en la Cranfield University, que a su vez me ha dado la oportunidad de trabajar con el Prof Allen y el Prof Christopher. Gracias al Schumann conocí por ejemplo a Cristóbal Miralles (actualmente Profesor Titular de Universidad y compañero en multitud de proyectos), y también a D. Jorge Olcina, que tras haber trabajado en un proyecto en la planta de prensas de Ford (Garcia-Sabater, Rodriguez, and Miralles, 2001b) (que a su vez ha sido semilla de ideas para la docencia y la investigación, como la deliberated coproduction (Vidal-Carreras and Garcia-Sabater, 2009), el stroke como método de planificación, la programación de grandes series (Garcia-Sabater, Rodriguez, and Miralles, 2001a), el uso de estructuras de datos como el XML, la gestión de inventarios mediante potencias de dos en la práctica) desempeña cargos de responsabilidad en el grupo Segura, con el que mantengo una buena relación incluso personal.
Pero fueron muchas más las ideas y herramientas que surgieron a partir de dicho proyecto. El uso extensivo de herramientas de programación lineal para la creación de datos considerando SFiles (Perez, Lario, and Garcia-Sabater, 2002) o el mismo concepto de incertidumbre en la planificación de operaciones, que más tarde permitió desarrollar la idea, en otro momento, del uso de la lógica fuzzy para hacer frente a la planificación de producción, que la buena amiga y compañera Fini se ha convertido en una referencia mundial(Mula, Poler, and Garcia-Sabater, 2007).
Quizá la aportación más importante del Proyecto Schumann fue la introducción del ya entonces CIGIP en el campo de los Proyectos Europeos. Concretamente en lo que a mí respecta el V-Chain. Dicho proyecto europeo consideraba en uno de sus WorkPackages fundamentales el desarrollo de herramientas de secuenciación en la línea de montaje, que eran a su vez resultado del capítulo 8 de mi tesis doctoral (Garcia-Sabater, 2000). A la conclusión del VChain la consultora DMR vendió un proyecto a la Fundación fdi para sustituir el sistema de secuenciación que tenían por un uno nuevo, que pudiera hacer frente al incremento de complejidad que estaban sufriendo (el mayor número de restricciones forzaba al sistema a tardar más en calcular el siguiente coche que el tiempo de ciclo, entonces de 32 segundos).
Fue por esa época cuando algunos compañeros decidimos dar el paso de crear el ROGLE. El ROGLE es un grupo de investigación en el que, sin abandonar la Dirección de Operaciones, nos concentramos más en las personas que en los sistemas de información. El ROGLE es un grupo pequeño que hace honor a su nombre. Tiende a relacionarse y a compartir información, tiende más a aprender que a enseñar.
Los proyectos con el sector del automóvil siguieron su curso, y el anteriormente citado de secuenciación, fue posteriormente ampliado por otro que realizaba operaciones similares en el Buffer de Chasis, aunque para entonces la empresa ya no se llamaba DMR sino everis. Al cabo de un tiempo de finalizar el proyecto D. Pablo Antequera (de la empresa everis) y yo mismo ofertamos a la planta de motores la realización de una herramienta de planificación de producción. Dicho proyecto permitió incorporar al equipo a Julien Maheut, y la complejidad del problema analizado (el mismo problema visto tantas veces pero con unos ojos deformados por las ideas de la “ciencia de la complejidad”) sugirieron el proyecto Corsari Magic (que es el Proyecto de Investigación que presento más adelante).
Asociado a la actividad con empresas, he ido incorporando ingenieros a empresas con las que he tenido alguna relación más o menos intensa como el grupo FSegura (donde el amigo Carlos Martín desempeña su actividad), Schefenacker (donde vi cómo un PFC acabó convirtiéndose en Director de Planta), Handling und Lager (en la que José Andres Cano sigue pregonando las ventajas de la colaboración con la universidad), Everis (en la que Pablo Antequera sigue sacándole provecho al Vchain), Johnson Controls (en la que he acompañado en el ascenso al alumno, compañero y amigo Francisco Ferriols), Indra, Dynamit Nobel (probablemente la mejor fábrica de la Comunidad Valenciana, donde mandan los amigos Ignacio Arribas y Javier Bertomeu)… y al mismo tiempo he ido incorporando casos a mi actividad docente.
Del proyecto Schumann, heredero directo del proyecto ILVS, y probablemente del Máster EGEI, han salido muchas más vías de actuación, algunas tan insospechadas como con la conexión con la empresa Handling und Lager a través de un disco duro no formateado donde había ficheros míos acerca del ILVS. Dicho proyecto (diferente a todos los que anteriormente había enfrentado) me obligó a entrar en el complejo mundo del factor humano en la implementación de herramientas y soluciones de Dirección de Operaciones (Garcia-Sabater, Garcia-Sabater, and Marin-Garcia, 2008), donde me junté con compañeros que saben mucho más de esto como el Profesor Marín García, y empecé a intentar entender los procesos de innovación.
En el año 2006 se fundó el Centro en Red de la Industria del Automóvil (CRIA), la experiencia en el sector del automóvil nos hizo entrar con pie fuerte. Y fui responsable hasta su dormición (a la que llegó por razones de política universitaria). Con el CRIA se abrió la relación con AVIA y un modo diferente de plantear la transferencia de tecnología. En el CRIA, mientras duró, y posteriormente de modo personal ,organizamos jornadas de difusión en las que introducimos en la misma mesa a profesionales y a investigadores. A dichas jornadas acuden entre 50 y 100 profesionales y aunque el éxito entre la comunidad universitaria es reducido, sigue sorprendiendo a los que tienen conciencia de ello, la capacidad de convocatoria de las jornadas. En ellas se sientan en paralelo profesionales y docentes, y hablan de proyectos en los que utilizan tecnologías comunes durante sesiones realmente intensas
No sólo he trabajado en el sector del automóvil, también he tenido incursiones en la gran distribución ( en Mercadona y gracias a Juan José Guarch comenzamos una línea que continúa el buen amigo Jose Miguel Albarracín), la alimentación (Martinez Loriente, Importaco y Font Salem), el sector del material quirúrgico (Biomet que mantuvo ocupado a Xavier Puig), la distribución de hierros (Ros Casares donde Clemente Lobato nos permitió introducirnos)… Y cada una de esas incursiones de ellos ha sido más o menos generosa en resultados de investigación o docentes (incluyendo PFC, tesinas y tesis).
No quiero dejar pasar una especial mención a la más productiva de estas actividades secundarias, aunque sea la citada en último lugar: la integración laboral de personas con discapacidad. También el origen de esta actividad se retrotrae a aquellos años en los que no tenía aparentemente actividad investigadora.
El año 1996 coincidió con el lanzamiento de la Fundación Espurna (de la que actualmente soy patrono), dedicada a la inserción laboral de personas con discapacidad intelectual en la que colaboré (y colaboro). Como se verá es otro aspecto muy importante en el desarrollo de mi actividad investigadora. Al principio de la actividad de la Fundación, y para evitar su quiebra inmediata, dediqué algún tiempo (probablemente no el que mereciera la acción) a trabajar en las líneas de montaje. Allí aprendí todo lo que sé sobre líneas de montaje en la práctica. Pero al mismo tiempo empecé a darme cuenta que los “psicólogos” del centro utilizaban de manera intuitiva algunos aspectos de factoría visual que formaban parte de lo que yo habitualmente veía en Ford. Yo entonces no impartía docencia de Estudio del Trabajo y todos los temas de movimientos predeterminados y de tiempos me parecían muy sofisticados. Así que convencí a mi amigo el profesor Andrés para que iniciáramos una nueva líneas de trabajo “la mejora de la empleabilidad de los discapacitados a través de los centros de ocupación laboral: Aportaciones de la Ingeniería Industrial” (Andres and García-Sabater, 2001) trabajo presentado en el CIO de Sevilla de donde me traje algo más que una nueva línea de currículo. Posteriormente iniciamos una fantástica senda con proyectos de investigación, tesis doctorales y sus correspondientes artículos (Miralles, Garcia-Sabater, Andres Romano, and Cardos Carbonera, 2007), decenas de Proyectos Fin de Carrera en Centros Especiales de Empleo, Fundaciones, Asociaciones (el PFC más importante en ese ámbito es evidentemente el de mi amigo y hermano que redundó en una publicación (Andres Romano, Garcia-Sabater, Miralles, and Garcia-Sabater, 2004)) aunque otros muchos PFC’s han sido sucesivamente premiados, como también lo han sido algunos trabajos de investigación. Otras actividades relacionadas como la organización anual de Jornadas de Accesibilidad en la Ingeniería Industrial y la habitual invitación a dar conferencias de sensibilización permiten disfrutar con la percepción de que más y más personas (a las que ya no conozco) se implican en la tarea de conseguir un mundo más humano desde la Ingeniería de Organización.
Con las anteriores líneas no he pretendido resumir mi currículo sino utilizar el método “narrativo” para describir un caso (el mío) que creo que es coherente con la metodología investigación-acción que propongo y que da sentido a mi modo de investigar.