El dilema de los Carlos y los Danieles.
He vivido recientemente una experiencia muy curiosa.
Me he comportado con un subordinado, como mis jefes se comportan conmigo. Y he encontrado una cierta disfunción en mis razonamientos en las dos direcciones (básicamente me he enfadado en ambas direcciones simultáneamente).
Paso a reflexionar sobre el tema para ver si aprendo algo.
Dadas las características de la organización en la que trabajo tengo una gran autonomía para hacer lo que considere oportuno en el tiempo que no tengo regulado.
Supongamos que tengo 4 horas diarias reguladas.
Las 8 horas de más que tiene el día laboral las puedo dedicar a lo que quiera.
Hay un primer tipo de personas (afortunadamente escaso) que no hace nada durante esas 4 horas que tiene de margen. No importan en este análisis pero les llamaremos Adán.
Hay un segundo tipo de personas (bastante elevado) que no hace nada que no esté retribuido directamente (con retribución me refiero a un reconocimiento más o menos explícito por parte de un “jefe”). Llamémosles Batiste.
Un tercer tipo de personas dedica su tiempo a buscar alguien que le retribuya el trabajo que quiere hacer… Deambula, hace pasillos, lobby, mamonea… como le queramos llamar. Cuando consigue ese recurso busca a alguien del grupo 2 y le pasa la tarea (o lo hace él mismo). Personalicémoslo en Carlos.
Un cuarto tipo utiliza esas 8 horas de margen en hacer cosas que nadie le ha pedido, y en muchas ocasiones sin decírselo a nadie (porque no tiene la obligación). Estos son el principal objeto de la reflexión. Por poner un nombre les llamaremos Daniel y son unos outsiders.
Daniel dedica (además de sus 4 horas reguladas) 8 horas diarias en hacer lo que hace porque lo considera interesante, importante o porque le gusta. Quizá interpretó mal una orden o un deseo. Quizá se levantó por la mañana con una iluminación.
Daniel dedica su tiempo (y el de su familia) en sacar adelante su proyecto. Una vez lo consigue, levanta la cabeza y mira alrededor.
Daniel en ese momento descubre que hay recursos en la organización que se están repartiendo y no se los están dando a él (básicamente porque no los había pedido)
Es incluso posible que los recursos se los repartan a los Carlos (y que generalmente ejecutarán los Batiste de aquella manera, sin pasión, sólo por la retribución).
Este hecho demuestra que Daniel estaba bien encaminado.
Sin embargo al repartirse el recurso Daniel no están en el sorteo.
En la cabeza de Daniel surge la siguiente frase: Le van a dar a Carlos el reconocimiento por hacer mal lo que yo ya tengo hecho y además bien.
Según Daniel, lo lógico para la organización sería darle a él los recursos, porque así estarían bien invertidos (el recurso a cambio de algo ya realizado). Además piensa Daniel que con ese dinero dedicaría sus esfuerzos a mejorar lo que ya tiene, lo que sería mejor para todos.
Los que nos llamamos Daniel tendemos a enfadarnos.
Olvidamos que lo hicimos porque quisimos. En el enfado buscamos excusas que sólo sirven para decirnos a nosotros mismos que los demás son unos cabrones y unos aprovechados y que “así va España”.
Pero yo ahora no soy Daniel sino Zaqueo.
Soy el jefe de todos los Danieles y me pregunto (por el bien de la organización):
¿le sería más rentable a la organización pasarle los recursos a nosotros los Danieles? ¿puede una organización permitirse el lujo de no retribuir al que trabaja y trabaja bien?
Pero antes de responder a esa pregunta, como jefe me pongo a aporrear a Daniel:
- La cuestión es porqué te enfadas si hiciste lo que quisiste porque quisiste cuando quisiste.
- Si hubieras estado haciendo otras cosas que sí que te habían pedido, no habrías hecho lo que no te pidieron. Así que en el fondo, Daniel de la vida, ya estás pagado.
- Si no fuera por la retribución no estarías haciendo lo que quieres con tu tiempo libre.
- Cierto que la retribución es baja para lo que trabajas y la capacitación que tienes, pero la institución te hubiera pagado también si tu resultado hubiera sido inútil (o incluso nulo).
- No sólo son necesarios muchos Danieles para que salga algo realmente útil para la organización. Además en cualquier caso la organización, si no te lo pidió, deberá regurgitarlo antes de convertirlo en digerible.
Total que empiezo a creer que Zaqueo tiene razón. Así que acabo con un antiguo chiste (que me cuento como jefe a empleado), si inviertes el tiempo que te doy en reflexionar sobre cómo funciona la organización, pueden pasar dos cosas. Que la reflexión no sea útil o que la reflexión sea útil. Si no es útil no pasa nada, y si es útil pueden pasar dos cosas: que la pongas en valor o que no la pongas en valor. Si no la pones en valor no pasa nada, y si la pones en valor… : Eres como Carlos campeón!!!
Conclusión: El que trabaja porque quiere, su sueldo en ello tiene, y si no es bastante cobrar, basta con dejar de trabajar.
Conclusión 2: Si quieres hacer lo que te gusta y al mismo tiempo cobrar, primero intenta vender la pieza y luego ponte a cazar.
Archivado en: cambio